Estar enamorado, amigos, es
encontrar el nombre
justo de la
vida.
Es dar al fin con la palabra que
para hacer frente a la
muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que
abre la cárcel en que el
alma está
cautiva.
Es levantarse de la tierra con
una fuerza que reclama
desde arriba.
Es respirar el ancho de viento
que por encima de la carne
se respira.
Es contemplar desde la cumbre de
la persona la razón
de las heridas.
Es advertir en unos ojos una
mirada verdadera que
nos mira.
Es escuchar en una boca la propia
vos profundamente
repetida.
Es soprender en unas manos ese calor de la perfecta
compañía.
Es sospechar que, para
siempre, la soledad de nuestra
sombra está vencida.
Francisco Luis Bernárdez. La ciudad sin Laura. El
buque. Colección Juan Gelman.
Poesía seleccionada por alumna Katlauskas Johanna . 3° 4° t.t
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